Son argentinos y provienen de familias católicas, pero después de una larga búsqueda interior se encontraron con el Budismo Zen y allí se quedaron. Mumon San y Hosan -nombres que adoptaron al consagrarse como monjes en el monasterio japonés de Tosho-Ji, en Okayama- estuvieron en Tucumán y quedaron maravillados. "Es el mejor lugar para levantar el primer monasterio de la Argentina", dijeron apenas conocieron el "paraíso" que les mostró su discípulo tucumano, Angel Rossi Becker. Está subiendo al cerro, en El Corte, a 200 metros de la comisaría, en el kilómetro 14,1 de la ruta 338.
Con sus cabezas rapadas, en señal de renuncia a las vanidades de este mundo, y vistiendo ropa gris oscura, con una identificación del linaje al que pertenecen colgado del cuello, los dos monjes visitaron LA GACETA. Los acompañó Rossi, iniciado en el estudio del Budismo Zen y director del centro Zendo Bosque de la Paz. "Esto se llama koromo", explica Mumon San sosteniendo el distintivo que le cuelga del cuello. Al darlo vuelta hay una escritura japonesa sobre tela blanca. "Aquí está el nombre del maestro que me ordenó y la escuela a la que pertenezco. El linaje se refiere a la línea de enseñanza", explica, mientras Hosan, con un rango menor (es algo así como un novicio), asiente con la cabeza.
El budismo tiene 2.500 años en el mundo y hay muchas escuelas. En el caso del Budismo Zen se conocen dos grandes corrientes importantes: Soto Shu (de donde provienen sus maestros) y Rinzai Shu. El maestro de Mumon San es Seido Roshi. Pero el fundador del Soto Zen japonés fue Dogen Zenji, que vivió en el 1.200.
En la Argentina, esta corriente de pensamiento está representada por el grupo Zendo Urbano Argentina, que tiene su página en la web (como también Zendo Bosque de la Paz). Es una escuela dedicada a la enseñanza de la práctica del zazen, como se llama la meditación que esta corriente practica. En Buenos Aires el centro cuenta con unos 50 seguidores, en un universo donde el budismo se ha extendido por unas 20 comunidades.
El pensamiento fluye
"El zen es una meditación, pero en el sentido de una contemplación no discursiva; es decir, sin que medie el intelecto ni el pensamiento", explican los religiosos. "La vida del monje no es una prédica sino una práctica del Zen en la Zazen (meditación) y el trabajo manual intensivo. El Zen busca el despertar de la ilusión, del sueño de la vida, de la ignorancia sobre quiénes somos", afirman.
Para realizar meditación Zen hay que colocarse en una postura física determinada: sentado sobre un almohadón, que se llama zafu, con las piernas cruzadas, la espalda derecha, la nuca extendida, los brazos apoyados sobre las piernas, las manos hacia arriba, una sobre la otra y los pulgares enfrentados. "La persona se centra en la respiración, dejando que todos los pensamientos fluyan, sin intervención del proceso natural del pensamiento, dejando que la mente descanse. Se centra la respiración especialmente en la exhalación. El foco de la atención está en el presente y en la respiración", remarca Mumon San.
¿Qué se busca?
"La meditación nos pone en sintonía con nuestro ser verdadero, que es universal, que está en Todo y en todos. A veces, esa sintonía es algo inconsciente, entonces uno no la percibe en el momento. Lo importante no es buscar un beneficio de la meditacion, sino llegar a un estado del espíritu en el que me conecto con lo Uno. Es un estado de espiritualidad subyacente que nos relaciona con nuestro ser verdadero y nos libera de los sufrimientos cotidianos de la vida", revela.
La creación de un monasterio es fundamental para el Budismo Zen, ya que no se enseña mediante libros sino de maestro a discípulo, en forma de "i-shin- den- shin", que significa en japonés "de corazón a corazón".